lunes, 1 de marzo de 2010

Metropolis


Se cambia de ropa como se cambia de parecer, en un mundo perplejo por la estampida de posibilidades utópicas que surgen en cada parecer… las facturas bajo la puerta, aguardan inmóviles, para recordarte que todo lo que eres, lo soporta el papel y el papel que tanto se recicla, se vuelve en la confusión que tus ojos tratan de descifrar en el periódico, tantos rostros familiares, pero ninguno conocido hacen del día a día un renacer de preguntas absurdas que nos llevan a pensar ¿realmente conozco a alguien? Tu mano toma tu otra mano y se dejan llevar por el suave vaivén del tráfico, que mientras mas denso mas mortifica, mas acelera tu mente al rito de los deberes, nada es la conclusión de días agitados y la muerte la introducción de la vida, las palabras que no dices haciendo caso a la prudencia se convierten en la energía que motivan la ira por la que avanzas en este impenetrable sociedad, que recicla y desecha cuerpos e ideas en cuanto le es posible, lejos del tranquilo despertar, la desgracia se viste de noticia, la sangre se ha vuelto trabajo, el hambre un hecho de discutir y no de actuar, las mentiras se hacen guetos a través de los cuales cada quien decide interferir en la vida de otro, el vacilante sonido de las sirenas de las ambulancias denotan la ausencia de energía vital en aquel agonizante cuerpo, como si la luna corriera de tus sueños, te asombras por la belleza artificial de algún edificio frente a ti, eclipsas las estrellas con simples bombillos que abren la brecha entre las sombras y las dudas, cada vez más llenas de polvo, las facturas que llegaron ayer, acompañan ahora a las que llegaron hace dos semanas, el computador emerge como la posibilidad de encontrar un espacio, limitado por las pulgadas de la pantalla, trabajando, estudiando, consumiendo y pagando se te van los días que se supone disfrutas, desde el piso 7 de tu edificio entiendes que ni el suelo, ni la nevera están tan distantes de tu mente, como esta de la realidad, ¿que tendrás que hacer para poder del balcón saltar y no caer en el cíclico rugir de ideas que te llevan a “todas” partes antes de poder dar el primer paso y avanzar?

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