lunes, 1 de marzo de 2010

ayer y hoy...


Cada día regala luz, adjudica nuevas cosas, diferentes situaciones, que nos hacen mover al ver que nada es como queremos que sea, las mascaras son reemplazadas por el maquillaje y nada detiene la lluvia de polución que cae suavemente por acá, ya nadie piensa mas en amarse a si mismo que en envidiar a quien parece tener algo, todos venden y compran con tal rapidez que no se da espacio a la innovación, y aunque se conoce menos de lo que se desconoce, la espera y ese secreto indescifrable que enfría la piel, se hacen cada vez mas densos, siendo tantos, pocos cuentan por ser uno, los números le dan sentido a cada instante y cosa que hay alrededor, las masas son cuantificadas y subdivididas, tanto como la cultura y sus subculturas urbanas, las ciudades cruzaron la línea de la autonomía y ahora son independientes en contextos, lo que pasa en una ciudad es el reflejo hablado de una nación aunque esta en particular denote actividades y folklores diferentes, en cada esquina convergen miles de desconocidos que por su indiferencia pintan de gris cada calle, la prisa se vuelve trafico, y la diversión un privilegio de aquellos que aprendieron a administrar el tiempo, uniformados por tendencias de “la moda” expresamos la autenticidad que lucra y empobrece a tantos, las palabras en las ciudades valen menos que un papel escrito, menos que el dinero y mas que el silencio en el que habitan miles de sus productivos contribuyentes, la aberrante arquitectura de las metrópolis modernas desemboca en un millardo de piratas que navegan sin dirección buscando quitar lo que otro consiguió, hay tanto ruido en la ciudad por nuestras maquinas que escuchar una protesta es algo molesto e incomodo, algo que desearíamos que no pasara, los peatones estorban en las autopistas, en las calles, en los andenes, la ira colectiva de los conductores se realiza en reducción de andenes, puentes sin ellos o puentes peatonales, pues aquí no se detendrán al verte cruzar la calle, pitarán, te insultaran, pero no te cederán el pavimento que necesitas cruzar, y en algún momento del día entregaras el producido del día que precedió o precedieron al actual, sentado en el sanitario aguardas para hacer lo que al igual que vos, todas las criaturas hacen, cargar…

y te quiero

Espero que no llegues, espero que no vuelvas, espero que te marches y que tus pasos se aparten de los míos, espero que esperar no sea peor que eludir, que la sutileza no pase por estupidez, que el miedo se vuelva ira, y que el tiempo siembre en la tierra mas vida para la gigantesca cadena de muerte que tejemos sobre el suelo que cultivamos, espero que tus ojos busquen otros ojos, que mi espejo me refleje en soledad, no quiero esperar que tu me esperes, no quiero que me beses con tus ojos, que me abraces con tu boca o que sonrías con el viento, no, no, no, no quiero que tus manos me esculpan, que tus manos enfríen las mías, que toquen mi rostro y desborden mi llanto, aleja tus susurros, envuélvete en tu sombra, grita en el silencio, apuntale a tus miedos no a mi corazón, anda, corre, vuela lejos, deja que la brisa te mueva como a ola, que las olas te traguen como arena, que la arena te borre con el tiempo, y que el tiempo extirpe tus huellas de la tierra.

Metropolis


Se cambia de ropa como se cambia de parecer, en un mundo perplejo por la estampida de posibilidades utópicas que surgen en cada parecer… las facturas bajo la puerta, aguardan inmóviles, para recordarte que todo lo que eres, lo soporta el papel y el papel que tanto se recicla, se vuelve en la confusión que tus ojos tratan de descifrar en el periódico, tantos rostros familiares, pero ninguno conocido hacen del día a día un renacer de preguntas absurdas que nos llevan a pensar ¿realmente conozco a alguien? Tu mano toma tu otra mano y se dejan llevar por el suave vaivén del tráfico, que mientras mas denso mas mortifica, mas acelera tu mente al rito de los deberes, nada es la conclusión de días agitados y la muerte la introducción de la vida, las palabras que no dices haciendo caso a la prudencia se convierten en la energía que motivan la ira por la que avanzas en este impenetrable sociedad, que recicla y desecha cuerpos e ideas en cuanto le es posible, lejos del tranquilo despertar, la desgracia se viste de noticia, la sangre se ha vuelto trabajo, el hambre un hecho de discutir y no de actuar, las mentiras se hacen guetos a través de los cuales cada quien decide interferir en la vida de otro, el vacilante sonido de las sirenas de las ambulancias denotan la ausencia de energía vital en aquel agonizante cuerpo, como si la luna corriera de tus sueños, te asombras por la belleza artificial de algún edificio frente a ti, eclipsas las estrellas con simples bombillos que abren la brecha entre las sombras y las dudas, cada vez más llenas de polvo, las facturas que llegaron ayer, acompañan ahora a las que llegaron hace dos semanas, el computador emerge como la posibilidad de encontrar un espacio, limitado por las pulgadas de la pantalla, trabajando, estudiando, consumiendo y pagando se te van los días que se supone disfrutas, desde el piso 7 de tu edificio entiendes que ni el suelo, ni la nevera están tan distantes de tu mente, como esta de la realidad, ¿que tendrás que hacer para poder del balcón saltar y no caer en el cíclico rugir de ideas que te llevan a “todas” partes antes de poder dar el primer paso y avanzar?